La celebración máxima de la femineidad Situadas en el contexto de la época de mayor esplendor del arte klimtiano (obras de ese periodo del artista son El Beso o Serpientes Acuáticas), el maestro del simbolismo crea tres piezas fundamentales del empoderamiento de la mujer como figura central sobre la que pivota el nuevo arte, cargado de sensualidad y no por ello despojado de la naturalidad con la que el artista austriaco pretende reivindicar este protagonismo femenino. En las dos obras de La Esperanza (Die Hoffnung en el original alemán), Klimt centra sus esfuerzos en presentarnos el embarazo en su mayor esplendor. Ambas piezas se distancian en el tiempo aproximadamente cuatro años (data de 1903 la primera y de 1907 u 1908 la segunda), y se puede apreciar una notable diferencia entre ambas. La primera de ellas se nos presenta abrumadoramente erótica. Nos encontramos con el desnudo integral de una pelirroja sin pudor, de hecho, el exuberante vello púbico rojizo no hace sino acrecentar la sensación de perversidad. Cargada de simbolismo, las formas y corrientes que adornan el cuadro hacen alusión a la vida y la muerte, la sensualidad y la sexualidad. El Klimt que encontramos en la segunda de las piezas que componen esta obra es sensiblemente diferente. Han pasado cuatro años, y en La Esperanza II podemos intuir un artista más relajado. Volvemos a encontrar una mujer embarazada, pero el simbolismo ya no es tan acusadamente erótico. La agresividad y morbosidad se ven claramente atenuadas, y hallamos a una mujer embarazada, exuberante en cuanto a belleza, pero en actitud calmada. El simbolismo sigue estando presente (en torno a la viada y la muerte, la fertilidad y la carnalidad), y las formas exageradamente barrocas y ornamentadas son las mismas. Pero sin embargo es una obra que transita en otra dimensión del artista. Situada a caballo entre las dos versiones de La Esperanza, encontramos una de las obras más reconocidas y afamadas de Klimt. Se trata de Las tres edades de la mujer (Die drei Lebensalter der Frau, en el original alemán, de 1905), a veces mal traducida al español como Las tres edades de la vida, al igual que sucedía con Las novias. La esencia más simbólica de Klimt está presente en esta obra que ensalza a la mujer en su nacimiento, madurez y vejez. Inspirado en la escultura de Rodin llamada La antaño hermosa fundidora de cascos (Celle qui fut la belle Heaulmière en el original francés, de 1885), se trata de un cuadro de una belleza real y sobrecogedora, presentándonos a tres mujeres en diferentes etapas de su vida. La niña frágil y rebosante de vida, protegida por su madre, refulgente de vida y belleza junto a la anciana, ajada y vulnerable. Los motivos ornamentales son similares a los más clásicos usados por el pintor, conformando un todo emotivo e impactante que se puede contemplar en la Galleria Nazionale d'Arte Moderna e contemporanea de Roma. Ensalzamiento de la maternidad A la hora de abordar esta parte de mi tributo a la obra de Gustav Klimt, decidí que era oportuno englobar las dos obras presentes dentro de un mismo episodio. Aparte del hecho importante de que las tres obras originales que sirven como inspiración están creadas en la misma época y se enmarcan dentro de la misma corriente creativa del artista, la temática que las inspira es similar: el ensalzamiento de la maternidad y el poder de la femineidad. La primera de mis obras rinde tributo al díptico de La Esperanza. En lugar de homenajearlas por separado, las he fusionado en una sola obra en la que podemos encontrar dos mujeres embarazadas que miran en direcciones opuestas dándose la espalda. Una de ellas, la de la derecha, rubia, aparece totalmente desnuda, del mismo modo que sucedía con La Esperanza I, pero al contrario que esta, en lugar de hacerlo de modo desbordadamente erótico, lo hace con cierto pudor, incluso cubre sus pechos e intenta tapar su pubis, aunque esto sin éxito, pues deja entrever su tupido vello. La segunda de las chicas que aparecen en esta primera parte de mi tributo queda en la parte izquierda de la composición, en pose similar a la protagonista de La Esperanza II, con aire relajado, introspectivo. Muestra sus pechos y su vientre, y viste una falda con estampación que recrea la de la obra homenajeada. En cuanto a la ornamentación del fondo, si bien he respetado los dorados klimtianos, he suprimido toda alegoría, ya sea violenta o vitalista. Tan solo unas telas con bordados dorados. En cuanto a la segunda de las piezas que componen este tributo, he intentado ser fiel al original de Las tres edades de la mujer en lo que respecta a la parte compositiva de la obra: aparecen una mujer mayor, una madre joven y una niña. Pero he incluido ciertos cambios de actitud. La mujer mayor no aparece en actitud sumisa y con aspecto vulnerable, sino que rebosa vida y vitalidad. Los tiempos han cambiado, las actitudes vitales también, y la vejez de antes no es la vejez de ahora. La mujer joven, por su parte, aparece amamantando a su niña, y ambas rebosan paz y armonía. En cuanto al fondo y demás elementos ornamentales, se trata de una composición similar a la de la obra anterior, con la intención de homogeneizar el conjunto.
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Juan NepomucenoArte digital, pintura e ilustración, diseño gráfico, murales... Me dedico a todo esto... y a mucho más. Llega "El año en que murió Freddie" mi primer libro de la mano de Domiduca Libreros. ¡No te quedes sin él"
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