Quizás dormitaban en la oculta profundidad de nuestras almas aquellas certidumbres que suelen llamarse presentimientos, sobre todo la seguridad de que el viejo emperador moría con cada día más que vivía, como nuestro imperio. De nuestro corazón apenado brotaban los chistes fáciles, surgía un placer insensato en todas las afirmaciones de la vida: en los bailes, en los vinos nuevos, en las chicas, locuras de todo tipo, escapadas sin sentido, en la ironía suicida." El 6 de febrero de 1918 la Gran Guerra se acercaba apresuradamente a su inminente final en la vieja Europa. Apenas un par de meses antes, los EEUU de Woodrow Wilson habían declarado la guerra al Imperio Austro-Húngaro, nación que a esas alturas se descosía irremediablemente por todos sus frentes abiertos poniendo fin a una época. En Viena, capital del arte, muere Gustav Klimt víctima de una apoplejía, al igual que su propio padre años antes. En el centenario de la desaparición del maestro vienés resulta casi un hecho obligado hacer una retrospectiva de su obra y de su persona, indisolublemente ligadas al devenir del Imperio Austro-Húngaro, en cuya Viena de la Belle Epoque de fin de siglo nació y creció el mito de Klimt. La misma Viena de Sigmund Freud, Otto Wagner, Gustav Mahler o Arnold Schönberg entre otros, una de las grandes metrópolis europeas de la época, un crisol artístico que bullía alimentado por las inquietudes de la burguesía dominante debatiéndose entre una sexualidad candente y latente que luchaba por salir a la superficie en contraposición con la moralidad censora del puritanismo austriaco. Hiperrealismo y academicismoGustav Klimt nació en Baumgarten (actualmente parte de la propia Viena) el 14 de julio de 1862. Hijo de Anne Finster y del cincelador de metales nobles Ernst Klimt, con apenas catorce años ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Viena, donde adquirió y profundizó sus conocimientos técnicos. Formando un solvente trío artístico junto a su hermano menor Ernst y su amigo Franz Matsch, pronto llegan los primeros encargos importantes como las alegorías del Palacio Sturany de Viena, o las del balneario de Carlsbad. Influenciado por Hans Makart, Klimt transita por las sendas del hiperrealismo, al servicio de la burguesía que dicta con sus preferencias el camino artístico en aquella Viena decimonónica. En poco tiempo, el estilo de Gustav ha comenzado a diferenciarse y destacar sobre el de sus compañeros. Gracias a su destreza pictórica unida a su habilidad como grabador, marco y obra se funden en un todo. Debido a la prematura muerte de Makart, el trío recibe el encargo de terminar su obra inacabada en la escalera del Kunsthistorisches Museum. El motivo: representar la Historia del Arte desde el antiguo Egipto hasta el Cinquecento Fiorentino. La inspiración de Gustav se materializa al retratar a una meretriz como la Muchacha de Tanagra de la alegoría al arte griego. Como resultado, Klimt enerva a la burguesía vienesa superando los límites del decoro establecidos por su hipócrita moralidad que no acepta la representación del erotismo encarnado en una mujer mundana. SecesiónComo consecuencia de la frustración que el academicismo más comercial provocaba en los incipientes artistas vieneses, en 1897 surge el movimiento de la Secesión, con Klimt como presidente. Los firmantes reclaman un aperturismo del arte para que deje de ser coto exclusivo de los ricos, amén de su anhelo de luchar contra la visión más conservadora que sirve como censora interesada. Pretenden transformar la sociedad con ayuda del arte. Adelantándose a su tiempo, la Secesión abre las puertas a la Viena del nuevo siglo. No obstante, más que una transformación radical del paradigma artístico anterior, lo que se produce es un cambio de actores. Los artistas de la Secesión precisan mecenas para sobrevivir, y los encuentran en la burguesía judía vienesa. Aquí es donde nace una nueva versión de Gustav Klimt, el retratista de esposas, que con el tiempo terminará convirtiéndose en quizá la parte más reconocida y admirada de su arte. A pesar de todo esto, recibe un nuevo y triple encargo estatal para adornar las aulas de la Universidad. Filosofía, Medicina y Jurisprudencia generan un rechazo y una polémica desorbitadas. Quienes esperaban un ensalzamiento y sublimación de la belleza y el saber humano encuentran como respuesta enfermedad, decadencia y fealdad por parte de un Klimt desencantado, influenciado por Schopenhauer y Nietzsche. Es demonizado, tachado de pornógrafo y perverso y sus obras son consideradas poco menos que un insulto. Lejos de sucumbir a las críticas, Klimt responde con la sublime obra Peces dorados (en origen titulado "a mis críticos"), además de devolver el dinero cobrado por los cuadros, que pasan a manos privadas antes de ser quemados por las tropas nazis en su retirada al final de la Segunda Guerra Mundial. Los motivos que lo inspiraban y su visión artística no estaban en consonancia con la sociedad de su tiempo, lo que supuso su ruptura definitiva con el oficialismo y la pérdida del favor estatal, que se confirmaría tras la Exposición Beethoven de 1902, preparada por los miembros de la Secesión como tributo a la grandeza del compositor. El Friso Beethoven de Klimt consta de tres partes diferenciadas: El anhelo de la felicidad, Las fuerzas enemigas y el Himno a la alegría. Con la intención original de que sea retirado al final de la exposición, es pintado con materiales fácilmente removibles (estuvo cerrado al público hasta 1986; hoy en día se puede visitar en el Pabellón de la Secesión). En palabras de Auguste Rodin, admirador de Klimt, el friso es "trágico y sensible". Sin embargo, la acogida es desastrosa, y a pesar del apoyo de sus compañeros más fieles, Klimt abandona la Secesión y se retira a vivir a las afueras de Viena. Erotismo caleidoscópicoEros y Tanatos serán por siempre fuente de inspiración para Klimt. Tras su retirada, prefiere vivir ajeno a la actualidad, a los problemas políticos, al devenir del imperio decadente. Sus leitmotiv son la relación entre enfermedad, vejez y muerte (que en la madurez empiezan a ser para él una realidad cada vez más patente); también su búsqueda intelectual personal alimentada por los motivos orientales que tanto le fascinan; y, por encima de todas las cosas, las flores y las mujeres. No se puede entender el arte de Klimt sin abordar su relación con las mujeres. Lleva una vida solitaria a las afueras de la ciudad y su estudio se llena de mujeres burguesas que inmortaliza con maestría. Se cuenta de él que durante esta época siempre que pinta está acompañado por varias modelos desnudas. Años después, tras su muerte se descubre en varios cuadros inacabados que comienza pintando a la musa desnuda para después cubrirla de ropas. Influenciado por Van Gogh, Monet o Rodin, su estilo cabalga a medio camino entre el impresionismo y el simbolismo, desarrollando con gran destreza motivos dorados y bizantinos. Sus cuadros florales y de paisajes se funden con los propios vestidos de sus modelos. Ambos forman parte de un mismo todo que ya es absolutamente reconocible: el estilo klimtiano. La presencia del hombre es un elemento persistentemente secundario en sus obras, eclipsado siempre por la fascinación que produce en el espectador su universo feminizado. A veces, los hombres son meros acompañantes, otras veces se encuentran totalmente a merced de mujeres protagonistas, dominadoras permanentes de la situación, y en ocasiones las presenta con actitud castradora, como símbolo de una sociedad cambiante que comienza a empoderar a la mujer. Sin embargo, este paradigma se verá modificado en una única obra, finalizada en 1908, que cambiará para siempre la percepción del gran público sobre el autor. En El Beso se retrata junto a la que es su gran amiga (y pareja) Emilie Flöge. La mujer, que hasta entonces había mantenido una actitud dominante en sus cuadros, se muestra en esta ocasión más relajada y pasiva. La obra desborda erotismo y sensualidad, triunfa entre el público y reconcilia a Klimt con el gobierno austriaco, que adquiere el cuadro. Le llega, por fin, el reconocimiento del éxito. No se puede hablar de Klimt sin hacer referencia a Flöge. No es una mujer cualquiera en el universo klimtiano. Ella es La Mujer. Doce años más joven que el pintor, más que compañera y amiga fue el amor de su vida, si bien lo de contraer matrimonio debió parecer algo demasiado convencional para dos espíritus que volaban más alto que la mayoría de sus contemporáneos. Emilie fue una diseñadora y modista con un estilo revolucionario para su época, o lo que es lo mismo, no demasiado comprendido. No resulta necesario observar detenidamente sus ropas para comprender que existió una inspiración mutua entre ambos artistas, inmortalizada por Klimt en algunas de sus obras. Con La vida y la muerte Klimt gana el primer premio en la Exposición Universal de Roma de 1911. Con la vejez le llega el éxito, y por fin se le reconoce el estatus de maestro, inspirador y protector de jóvenes artistas prometedores como Egon Schiele (cuyo erotismo desenfrenado a su vez influencia a Klimt en sus últimas obras), Oskar Kokoschka y Alma Mahler. En estos últimos años, su paleta de colores cambia, abandonando los motivos dorados de inspiración bizantina y decantándose por otros florales u orientales, más coloridos y menos recargados para el ojo del espectador. Si bien tras la muerte de su madre en 1912 su colorido se va apagando hasta los tonos más fríos e intimistas de sus últimas creaciones. El 6 de febrero de 1918, después de sufrir una isquemia cerebral y una neumonía agravadas por la gripe española, Gustav Klimt fallecía en Viena, dejando tras de sí un legado que forma parte indispensable de la historia del arte. Denostado durante gran parte de su vida y finalmente reconocido en su etapa final, se trata de un artista esencial, quizás imitable, pero difícilmente igualable. La inspiración inagotable del universo klimtianoRequiere un esfuerzo titánico hablar de la vida y obra de Gustav Klimt en apenas dos mil palabras, amén de suponer una simplificación injusta dada la dimensión del artista. Es difícil dejar un poco de lado facetas tan interesantes como su concepción de la estrecha relación entre la decoración con murales y la arquitectura (magistralmente ejemplificada en los mosaicos del Palacio Stoclet). Merecería un monográfico, al igual que su extensa colección de dibujos, que muestran a un Klimt diferente, hasta cierto punto inspirado por los trabajos de su "discípulo" Egon Schiele. Con una visión más íntima y menos sobrecargada de la sensualidad que había sido uno de los motivos principales de su obra, desborda un erotismo desenfrenado, casi voyeur, convirtiéndose en un artista que se mantiene desconocido para el gran público. Estas versiones de Gustav Klimt sin duda merecen una revisión aparte. A modo de reflexión personal, cabe preguntarse qué deja Klimt para los artistas del presente. No es justo simplificar su arte hasta el punto de quedarse solo con el principio de que "todo arte es erótico". Ni siquiera la magistral ejecución de sus motivos bizantinos o florales, o la inspiración siempre presente de sus mujeres. Es necesario sumergirse en el espíritu klimtiano para comprender que su universo es más complejo y siempre interesante. He aquí mi pequeño homenaje, sirva simplemente como tributo humilde a un artista tan fascinante. Resulta complicado tratar de plasmar el mundo tomando como referencia ornamental y decorativa los trabajos de Gustav Klimt, principalmente por la sensación insuperable de no poder estar a su inmensa altura. Pero vale la pena quedarse son la satisfacción de saber que, cien años después de su muerte, su genio sigue vivo y mantiene su poder inspirador en quienes hoy intentamos crear.
4 Comentarios
Laura
7/2/2018 02:11:17
Juan, te pasas. Precioso homenaje.
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Mónica
7/2/2018 07:59:29
Eso de no estar a la altura, lo discuto.
Responder
7/2/2018 12:32:53
Gracias por tus palabras, Mónica. Es cierto que tiene un trabajo mucho más grande del que parece, he leído y releído muchos textos para simplemente hacer un esbozo que (a mi juicio) ni siquiera hace justicia a la categoría de Klimt. Los genios son así, uno nunca puede dejar de admirarlos.
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Juan NepomucenoArte digital, pintura e ilustración, diseño gráfico, murales... Me dedico a todo esto... y a mucho más. Llega "El año en que murió Freddie" mi primer libro de la mano de Domiduca Libreros. ¡No te quedes sin él"
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