"(...) Y durante un momento llegué al punto del éxtasis al que siempre había querido llegar; a ese paso completo a través del tiempo cronológico camino de las sombras sin nombre; al asombro en la desolación del reino de lo mortal con la sensación de la muerte pisándome los talones, y un fantasma siguiendo sus pasos y yo corriendo por una tabla desde la que todos los ángeles levantan el vuelo y se dirigen al vacío sagrado de la vacuidad increada, mientras poderosos e inconcebibles esplendores brillan en la esplendente Esencia Mental e innumerables regiones del loto caen abriendo la magia del cielo. Oía un indescriptible rumor hirviente que no estaba en mi oído sino en todas partes y no tenía nada que ver con el sonido. Comprendí que había muerto y renacido innumerables veces aunque no lo recordaba porque el paso de vida a muerte y de muerte a vida era fantasmalmente fácil; una acción mágica sin valor, lo mismo que dormir y despertar millones de veces, con una profunda ignorancia totalmente casual. Comprendí que estas ondulaciones de nacimiento y muerte sólo tenían lugar debido a la estabilidad de la Mente intrínseca, igual que la acción del viento sobre la superficie pura, serena y como de un espejo del agua. Sentí una dulce beatitud oscilante, como un gran chute de heroína en plena vena; como un trago de vino al atardecer que hace estremecerse; mis pies vacilaron. Pensé que iba a morir de un momento a otro." El final del camino es el principio mismo del camino, ya empiece y acabe en Nueva York, o San Francisco, o Denver, o Jódar, lo mismo da. Porque el camino es un ciclo, como lo es la vida misma, y para recorrerlo hay que pasar por todas la fases, hacer todas las paradas. El camino es eterno y a la vez finito, siempre contradictorio, lo mismo da. Lo que importa realmente no es el viaje en sí, no las vivencias que se van acumulando y conforman el bagaje de nuestra existencia, los excesos y errores que podamos cometer y que pesan a veces como losas en la conciencia, los sentimientos experimentados, las muertes, reales o simbólicas, que arrastramos en el tiempo, o las lágrimas que derramamos, en algunas ocasiones sin saber por qué se derraman (de tristeza y felicidad mezcladas tal vez, por lo que fuimos, somos y seremos, por lo que vivimos, soñamos, imaginamos, deseamos y leímos; contradictorias como la vida misma). "On the road" no es un libro bueno. Es mucho más. Es mágico, trascendental, revelador... Es, sobre todo, inmortal. Lo que importa en el camino no es, en realidad, nada de todo esto, sino con quién haces el camino. Hacía tiempo que andaba dándole vueltas a la posibilidad de leer "En el camino", según tenía entendido, la obra maestra de Jack Kerouac (ahora he visto por ahí que tiene un libro que muchos consideran su mejor obra, "Los vagabundos del Dharma"). Supongo que, en cierto modo "ON" de realidad subconsciente, estaba esperando a que me llegase el momento oportuno en la vida para leerlo, y hace unas semanas, en pleno viaje "on the road" (a mi manera) supe de algún extraño modo que había llegado ESE momento. Alrededor de 1000 kilómetros y 364 páginas después, he encontrado ESO que Sal Paradise y Dean Moriarty anduvieron buscando a lo largo y ancho de EE.UU. y México, y simplemente voy a tratar de convenceros para que os atreváis a leer esta magnífica obra de Kerouac. Es muy complicado hablar de Kerouac y de "En el camino" sin caer en tópicos ni repetir hasta la saciedad lo que ya se ha dicho y seguramente habréis leído. Que se ha convertido en un libro de culto, la "biblia" de la generación beat, un clásico de la literatura norteamericana... Los protagonistas del libro son personajes basados en los autores de la generación beat, los hipsters, los precursores del movimiento hippie (especialmente Cassady, el beatnik por excelencia, "un demente, un ángel, un pordiosero"). El narrador de la historia, Sal Paradise, no es otro que el alter ego de propio Kerouac. Pero el auténtico protagonista, el polo de atención en torno al cual gira la acción y sobre el cual versan la mayor parte de las reflexiones de Sal, es Dean Moriarty, basado en el escritor Neal Cassady, compañero de aventuras de Kerouac. También aparecen, aunque con un protagonismo más secundario, Allen Ginsberg (en el libro es Carlo Marx) y Wiliam Burroughs (Bull Lee en la ficción), y algún otro. Todos ellos fueron los principales autores de esta generación literaria que renovó el panorama e influyó de un modo muy importante en las generaciones posteriores, siendo una referencia para movimientos como el hippie, los de liberación feminista o de los negros, y también para artistas como Bob Dylan, Jim Morrison, Janis Joplin o Patti Smith entre otros. Como carta de presentación no está nada mal. Sal Paradise es un aspirante a escritor neoyorquino que recorre el territorio estadounidense entre 1947 y 1949, acompañado casi siempre por Dean Moriarty. De Nueva York a Denver, San Francisco, Los Ángeles, Nueva Orleans, Ciudad de México, y siempre volviendo a Nueva York. Son unos tipos fuera del sistema, inmersos en un submundo de alcohol, música de jazz, sexo desenfrenado, drogas, ansias y disfrute de la libertad fuera de toda norma, pero siempre envueltos en una deriva personal y angustia existencial que los marcan profundamente sumiéndolos en una duda perpetua por la futilidad de la existencia. Kerouac hace un retrato sincero e insospechado de unos Estados Unidos underground, dibuja una nación subterránea, desinhibida y ante todo auténtica. "En el camino" es puro jazz, auténtico bop (no obstante, a Kerouac se le conocía como el "heredero de Charlie Parker"). Es un libro de lectura frenética, de hecho el propio Kerouac trabajaba horas y horas sin descanso escribiendo sobre un rollo continuo de papel para no hacer interrupciones, trascribiendo las notas que tomaba en su cuaderno durante las aventuras junto a Cassady y los otros beats. Es una obra mágica, reveladora, a la cual cada uno debe darle su propia interpretación. Después de disfrutarla con calma, devorándola milla a milla, no sé si tengo algo de Sal o de Dean, o si tengo algo de los dos, porque creo firmemente que todos llevamos dentro algo de ambos personajes aunque no lo sepamos o no nos atrevamos a sacarlo fuera... Pero después de leerlo sí creo haber encontrado ESO que Sal y Dean buscaban... Si después de todo esto aún no os he convencido del todo para leer "En el camino", sinceramente no sé qué más añadir. No obstante podría hacerlo, pero me resisto a dar mi valoración personal y final sobre el libro, porque es, sobre todo, personal, y creo que cada cual debe leerlo y después expresar lo que le ha hecho sentir. Desde aquí, os invito a que lo leáis, y después de hacerlo, releáis este post (os aseguro que algunos detalles cobrarán otro sentido) y me contéis entonces qué os ha parecido la novela. Intercambiaremos entonces nuestra idea de ESO que todos andamos buscando en la vida.
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Hace unos días recomendé un par de libros en este espacio, y prometí (o amenacé, ya no sé bien de qué se trata) que volvería a la carga con alguna recomendación cinematográfica. Para no enrollarme mucho, simplemente os voy a hablar de dos películas que tenéis que ver sí o sí. ¡A qué esperáis! DJANGO DESENCADENADO - Quentin Tarantino, 2012. 2h y 45 min. Aventuras, Western, Drama. Guión: Quentin Tarantino. Reparto: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Kerri Washington, Samuel L. Jackson. ¿Qué voy a decir de Quentin Tarantino que no suene manido? Si lo has intentado y no te gusta su cine, no pierdas un minuto viendo una de sus pelis. Si, como es mi caso, te gusta, puedes estar seguro de que nunca te decepcionará. Django Desencadenado es un frenético espectáculo visual, humorístico (es quizás su película más divertida, a pesar de que tiene momentos muy duros) y violento, una auténtica casquería al más puro estilo Tarantino (tanta sangre como en Kill Bill, o más). King Schultz (Christoph Waltz) es un cazarrecompensas que recorre el viejo oeste americano un par de años antes de la guerra civil (1858). Para liquidar a tres fugitivos precisa la ayuda de Django (Jamie Foxx), un esclavo negro a quien promete la libertad si le acompaña en su misión. Django se convertirá, junto a Schulz, en la pistola más rápida del oeste, siendo su principal objetivo rescatar a su mujer Broomhilda (Kerry Washington), esclava del hacendado Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). Con estas premisas, Tarantino construye un western de metraje casi eterno (más de dos horas y media) que, sin embargo, no se hace nada pesado, sino todo lo contrario. Aparte del baño de acción y sangre ya habitual en el cine de Tarantino, y de los puntos de comedia realmente brillantes, destaca sobre todo la honda reflexión, descarnada y dura casi siempre, que el trasfondo de la película ofrece sobre la esclavitud y los derechos de los negros en los EE.UU., y que encarna como nadie el genial actor Christoph Waltz, con una actuación brillante. Os dejo el trailer aquí debajo, no la dejéis escapar, es una película imprescindible. EL VERANO DE KIKUJIRO - Takeshi Kitano, 1999. 2h y 1 min. Drama, Comedia. Guión: Takeshi Kitano. Reparto: Takeshi Kitano, Yusuke Sekiguchi, Kayodo Kishimoto. El japonés Takeshi Kitano es otro director, al igual que Tarantino, que impregna sus películas de violencia explícita. En España lo conocimos por ser el creador de Takeshi's Castle (más conocido aquí como Humor Amarillo). Comenzó su carrera como cómico y fue evolucionando hasta convertirse en un director bastante interesante, hoy reconocido internacionalmente. Su cine suele girar en torno a la mafia Yakuza o la policía, u otros submundos impregnados de violencia, haciendo casi siempre filmes sombríos y oscuros que dejan entrever profundos dilemas. Sus películas más conocidas son Flores de fuego, Brother o Zatoichi. Sin embargo, El verano de Kikujiro es una película que nada tiene que ver con lo comentado anteriormente. Se trata de una deliciosa película apta para toda la familia, una grata sorpresa dentro de la filmografía de un tipo tan particular como Kitano. Cuenta la historia de Masao (Yusuke Sekiguchi), un niño de 6 años que vive con su abuela y añora a su madre, quien lo abandonó tiempo atrás con la excusa de que marchaba para buscar trabajo. Mientras emprende la huida, un vecino, Kikujiro (Takeshi Kitano), un antiguo miembro de la Yakuza, se ofrece para hacerse cargo del niño obligado por su mujer. Lejos de su intención de retener al crío, se ve obligado a recorrer el país como una especie de guardián del niño en la tarea de encontrar a su madre. Es una película deliciosa, tierna, divertida, casi poética... Una pequeña joya que vale la pena descubrir. Os dejo debajo como ejemplo una pequeña escena. No os podéis perder la película. Con las calores del verano, para quien tiene poco que hacer o disfruta de vacaciones (suerte) no es una mala opción para distraerse leer un buen libro o ver una buena película. Ya hace un tiempo considerable que no recomendaba ninguna de estas dos cosas en este espacio, y como aún queda verano suficiente para hacer muchas cosas, os voy sugerir varias obras que seguro que no dejarán a nadie indiferente. Para empezar, los libros. CALIFORNIA 83, de Pepe Colubi (Espasa, 2008) Colubi es un tipo inclasificable. Periodista (creo), crítico de cine y tv, humorista (junto a Cansado y Coronas, las tres patas del banco de Ilustres Ignorantes), tuitero empedernido (y escandaloso), y escritor. Es alguien incapaz de dejar a nadie indiferente. California 83 es su primera novela, y cuenta la historia de un muchacho español de provincias, Pepe (Pipi para los americanos, o Joe) que viaja a California para hacer el COU a caballo entre el 83 y el 84, cambiando la España casposa del 83 por la tentadora California: la tele española por la americana (la 1 y la 2 por 35 canales, MTV incluida), las costumbres españolas por las americanas (el High School, los Prom, el Surf, conducir a los 16...) Pepe solo tiene un problema, un tremendo miedo a hacer el ridículo. Se trata de un personaje patético pero entrañable, y con todo ello, Colubi nos brinda una novela divertidísima y recomendable para el caluroso verano. La risa está garantizada con California 83, y está disponible desde solo 5,95 €. Eso no es dinero. BROOKLYN FOLLIES, de Paul Auster (Anagrama, 2008) Acercarse a la literatura de Auster es un reto. Uno de los escritores más reconocidos de la literatura estadounidense de las dos últimas décadas, su obra es francamente fascinante, y a buen seguro que quien lee uno de sus libros repite. Brooklyn Follies cuenta la historia de tres perdedores, el jubilado Nat, su sobrino Tom y el truhán Harry. Nat, después de trabajar como agente de seguros hasta la jubilación, vencer al cáncer y ver cómo su familia se olvida de él, comprende que su vida ha sido un fracaso y regresa a Brooklyn, el barrio de su infancia, con la intención de aprovechar el tiempo que le quede. Allí se encuentra con Tom, su sobrino, quien fue uno de los estudiantes más brillantes del país en sus años universitarios, pero que ahora se encuentra empleado como dependiente en una librería de lance regentada por Harry, un entrañable estafador. Entre los tres, intentarán buscar razones que le den la vuelta a sus grises existencias, hallando lo que ellos llaman su "hotel existencia", algo así como el último refugio de los desesperanzados. Brooklyn Follies es un libro capaz de levantar los ánimos del más hundido. Una obra esperanzadora y apaciguadora con el sello inconfundible de la literatura del genial Auster. En estas mañanas-tardes-noches tórridas que nos regala el verano y que maldecimos después de haberlas añorado durante todo el año (tal y como ahora añoramos y después maldeciremos el invierno... somos humanos), a veces pienso que una buena forma de combatir el calor sin dejar de hacer algún trabajillo es pintar escenas veraniegas que evoquen imágenes refrescantes. No hay mejor manera para combatir el calor del verano que refrescarse, y no hay nada mejor para refrescarse que el agua, si es en la playa mejor. Con este post declaro inaugurada una nueva sección que abrirá la pestaña de novedades durante lo que quede de verano (o menos), y a la que haciendo un alarde de originalidad he titulado, como no podía ser de otra forma, "verano"... (perdón). En ella he incluido algunas obras que pretenden, precisamente, evocar imágenes frescas y agradables que nos ayuden a evadirnos un poquito de este sopor veraniego. Son cuadros de niños jugando en la playa, o con el agua en cualquier lugar refrescante (para ellos todo rincón u oportunidad son buenos), además de algunas otras imágenes que he traído hasta esta sección desde otras. Quiero dar las gracias a los amigos y amigas que me han facilitado el trabajo, sois muy "apañaos". Espero que os guste, y disfrutad de lo que queda de verano. |
Juan NepomucenoArte digital, pintura e ilustración, diseño gráfico, murales... Me dedico a todo esto... y a mucho más. Llega "El año en que murió Freddie" mi primer libro de la mano de Domiduca Libreros. ¡No te quedes sin él"
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