Veronica Campbell-Brown. Atenas, 2004
Tras el fiasco por la polémica designación de la ciudad estadounidense de Atlanta como sede de los Juegos del centenario en detrimento de la capital griega, tan solo un año después de la celebración de aquella edición, Atenas fue elegida como la ciudad que albergaría los Juegos de la XXVIII Olimpiada, imponiéndose a Roma en ronda final de las votaciones en las que previamente habían sido descartadas Ciudad del Cabo, Estocolmo y Buenos Aires. Al fin, en agosto de 2004, con 8 años de retraso, Atenas volvió a ser el centro del olimpismo mundial.
En atletismo, sorprendió el extraño caso de los griegos Konstadinos Kederis y Ekatherini Thanou -oro en 200 m y plata en 100m respectivamente en Sidney 2000-, quienes alegaron haber sufrido un accidente de moto para evitar controles anti dopaje, siendo expulsados antes de la competición. En el aspecto positivo, destacó la actuación del mediofondista marroquí Hicham El Guerrouj quien, después de una exitosa carrera, al fin logró el ansiado oro olímpico en los 1500m y repitió en la carrera de 5000.
El caso de la jamaicana Veronica Campbell-Brown fue el de una competitiva atleta que alargó su presencia en el podio durante cinco ediciones olímpicas, algo que está al alcance de muy pocas competidoras. En Sidney fue plata en la carrera de relevos 4x100. La cita de Atenas fue la más exitosa para ella, pues logró alzarse con la victoria en las carreras de 200 metros y en la prueba de relevos 4x100, además del bronce en 100 metros. En Pekín 2008 revalidó su título de campeona olímpica de los 200m. En Londres consiguió la plata en 4x100 y el bronce en los 100 metros, y prolongó su carrera hasta los Juegos de Rio 2016, donde logró la plata como integrante del equipo jamaicano de relevos 4x100. Una prolongada y laureada carrera que la convierten en una alteta mítica.
1 Comentario
Florence Griffith-Joyner. Seúl, 1988
Los Juegos de la XXIV Olimpiada se celebraron entre septiembre y octubre de 1988 en la capital de Corea del Sur, Seúl. Se convirtió así en la segunda ciudad asiática en albergar unos Juegos -tras Tokyo en 1964- después de superar a la japonesa Nagoya en la votación final. Fueron los primeros juegos después de Munich 72 en los que no existió boicot masivo -a excepción de Corea del Norte-, lo cual se tradujo en una participación récord en su momento. Fue la última edición a la que concurrieron la URSS y la RDA.
En el plano atlético, el evento sería recordado por el increíble récord mundial del canadiense Ben Johnson en la prueba de 100 metros y su posterior descalificación por dopaje, siendo finalmente ganador Carl Lewis. En la categoría femenina, la gran estrella y triunfadora fue la californianda Florence Griffith-Joyner. Proveniente de una familia humilde, destacó en carreras de velocidad desde niña, pero no fue hasta que conoció al entrenador Bob Kersee y consiguió una beca de estudios en la Universidad de UCLA cuando comenzó a convertirse en una atleta realmente competitiva.
Tras haber conseguido la plata en los 200 metros en los Juegos de Los Ángeles 1984, su carrera fue progresando, y en los trials de calificación para los Juegos del 88 batió el récord del mundo de los 100 metros con una marca de 10,49 segundos, aún hoy inalcanzable. En Seúl explotó todo su potencial, alzándose triunfadora en las pruebas de 100 y 200 metros -con otro récord mundial de 21,34s aún hoy imbatido-, además del oro en los relevos de 4x100 y la plata en 4x400. Tras su éxito, se retiró de la alta competición y se convirtió en una gran figura mediática. Murió a los 38 años al sufrir un ataque de epilepsia, enfermedad que había sufrido desde tiempo atrás. Puede que sus logros y récords tarden mucho tiempo en ser superados, pero incluso así, su carisma y simpatía siempre serán recordados.
Tommie Smith. Ciudad de México, 1968
Los Juegos de la XIX Olimpiada se celebraron en Ciudad de México en octubre de 1968. Esta edición supuso la primera organizada por un país en vías de desarrollo, por uno hispanohablante y también la primera celebrada en América Latina. En cuanto a las pruebas de atletismo, tuvieron gran repercusión al ser retransmitidas en directo por televisión por primera vez, haciendo esto que ganaran gran popularidad entre el público general. Deportivamente, el nivel subió de manera considerable al introducirse en las competiciones el uso de nuevos materiales como el tartán con el que fueron fabricadas las pistas.
En el plano deportivo, se batieron numerosos récords mundiales, destacando la actuación del neoyorquino Bob Beamon, quien estableció la marca de salto de longitud en 8 metros y 90 cm, récord mundial que permaneció imbatido hasta 1991 por Mike Powell, y que sigue siendo hoy en día la plusmarca olímpica. Pero, si hablamos de trascendencia más allá de lo meramente deportivo, los de México fueron los Juegos de Tommie Smith. De orígenes texanos, había trabajado cultivando tierras de blancos desde su infancia, habiendo sido marginado por su raza y condición social. En la universidad, entró a formar parte del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, próximo ideológicamente a las Panteras Negras y a Malcom X.
Tras alzarse con la victoria en la prueba de 200 metros, Tommie Smith subió al podium en la ceremonia de entrega de medallas junto a su compatriota y ganador del bronce John Carlos, y ambos agacharon la cabeza y alzaron el puño vistiendo un guante negro mientras sonaba el himno nacional, como protesta contra las injusticias raciales cometidas en su país. El ganador de la plata, el australiano Peter Norman, les acompañó en la reivindicación. Tras esto, fueron expulsados de la competición y obligados a volver a sus países, donde fueron tratados como delincuentes, recibieron amenazas de muerte y fueron relegados al ostracismo. Smith, quien había conseguido 11 récords mundiales, solo pudo conseguir trabajo lavando coches. Todo esto ante la inhibición del COI y el Comité Olímpico de EEUU, demostrando, una vez más, que el mundo olímpico es tan sucio e injusto como cualquier otro.
Fanny Blankers-Koen. Londres, 1948
Una vez superada la Segunda Guerra Mundial y el parón de doce años que obligó a suspender las ediciones de 1940 y 1944, el olimpismo regresó con los Juegos de la XIV Olimpiada, que se celebraron en Londres. Con el veto a Alemania y Japón por su participación en el conflicto bélico y enmarcados en la economía de posguerra, la reutilización de infraestructuras ya existentes como el estadio de Wembley o los barracones militares para alojar a los deportistas, los Juegos de Londres fueron conocidos como los de la austeridad.
Debido a que muchos atletas habían perdido sus mejores años deportivos durante los años del parón, y que algunos otros incluso habían fallecido en el conflicto, el número de récords y el nivel deportivo se vio visiblemente mermado. No obstante, aún hubo hueco para algunas actuaciones memorables, como las de la neerlandesa Fanny Blankers-Koen. Nadadora en su infancia y adolescencia, no fue hasta los 17 años cuando comenzó a competir en atletismo, y ya participó en los juegos de Berlín, consiguiendo dos quintos puestos.
Londres fue la gran cita de Fanny Blankers-Koen. Ganó cuatro oros en 100 metros, 200 metros, 80 metros vallas y el relevo 4x100 con el equipo nacional de Países Bajos. Durante toda su vida batió veinte récords mundiales en pruebas de velocidad, obstáculos, salto de altura, de longitud y pentatlón. Al regresar a su país, recibó una bicicleta como regalo por sus éxitos, homenaje al que solo respondió diciendo que "todo esto por correr unos pocos metros." Fue admirada y reconocida durante toda su vida, siendo en 2012 fue nombrada la atleta más importante y famosa del siglo XX.
Se dice que fue Filípides, el corredor, el primero que usó esta expresión al anunciar la victoria de Maratón a los arcontes que estaban sentados y preocupados por el final de la batalla: ¡Alegraos, vencimos! Y al decir esto, murió, exhalando su último suspiro junto con la noticia y el saludo. Según quién cuente la historia, la narración de los hechos varía sustancialmente. Pero existen varios elementos aglutinantes en todas las versiones de la historia de Filípides. Imaginemos por un momento que -allá por el año 490 A.C.- el ejército persa ha desembarcado cerca de las costas de Maratón, al norte de Atenas. Añadamos más detalles a la historia pensando, por un momento, que los ejércitos atenienses marchan hacia el lugar del desembarco para enfrentarse a los invasores y que, una vez que se produce el encuentro entre los enemigos, se desata una cruenta batalla que finaliza con la victoria de los asaltados. Aunque las versiones más antiguas -como la de Herodoto, escrita apenas unas décadas después de los hechos- relatan el camino de Filípides hasta Esparta para pedir ayuda a sus generales, recorriendo la heroíca distancia de 250 km en apenas un par de días, las más modernas y extendidas han instalado en nuestro imaginario la imagen de la llegada del exultante y victorioso mensajero, quien, tras recorres los 42 km y 195 metros que separan Maratón de Atenas para anunciar la victoria de sus tropas contra el enemigo invasor. En la génesis de los Juegos Olímpicos modernos se le atribuye al filólogo francés Michel Brél la influencia sobre Pierre de Coubertin a la hora de crear una disciplina atlética que cubriera en una sola carrera la mítica y romantizada distancia que habría recorrido Filípides para anunciar su victoria. Obviando que quizás la historia real difiera mucho de la narración épica que ha llegado hasta nuestros días, con la creación de esta prueba y el nacimiento de los Juegos Olímpicos de la era moderna el atletismo se convirtió en el gran abanderado del evento alcanzando, como disciplina deportiva, la misma altura de los dioses. Desde 1896, a lo largo de treinta y dos ediciones celebradas cada cuatro años, los atletas masculinos y femeninos han protagonizado inmumerables gestas que los convierten en mitos modernos. Inauguro Olímpicos, una nueva serie de ilustraciones que acompañaré con las historias inspiradoras de los héroes y heroínas que las protagonizaron, y que publicaré en cinco capítulos desde hoy y hasta el 8 de agosto, mientras se celebren los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, desplazados extraordinariamente a este verano de 2021. ¡Espero que os gusten!
|
Juan NepomucenoArte digital, pintura e ilustración, diseño gráfico, murales... Me dedico a todo esto... y a mucho más. Llega "El año en que murió Freddie" mi primer libro de la mano de Domiduca Libreros. ¡No te quedes sin él"
MI NEWSLETTER
La estantería
Agosto 2024
Las etiquetas
Todo
"Deja de pensar, deja que todo fluya, siéntate al sol y disfruta de la vida."
|