Se dice que fue Filípides, el corredor, el primero que usó esta expresión al anunciar la victoria de Maratón a los arcontes que estaban sentados y preocupados por el final de la batalla: ¡Alegraos, vencimos! Y al decir esto, murió, exhalando su último suspiro junto con la noticia y el saludo. Según quién cuente la historia, la narración de los hechos varía sustancialmente. Pero existen varios elementos aglutinantes en todas las versiones de la historia de Filípides. Imaginemos por un momento que -allá por el año 490 A.C.- el ejército persa ha desembarcado cerca de las costas de Maratón, al norte de Atenas. Añadamos más detalles a la historia pensando, por un momento, que los ejércitos atenienses marchan hacia el lugar del desembarco para enfrentarse a los invasores y que, una vez que se produce el encuentro entre los enemigos, se desata una cruenta batalla que finaliza con la victoria de los asaltados. Aunque las versiones más antiguas -como la de Herodoto, escrita apenas unas décadas después de los hechos- relatan el camino de Filípides hasta Esparta para pedir ayuda a sus generales, recorriendo la heroíca distancia de 250 km en apenas un par de días, las más modernas y extendidas han instalado en nuestro imaginario la imagen de la llegada del exultante y victorioso mensajero, quien, tras recorres los 42 km y 195 metros que separan Maratón de Atenas para anunciar la victoria de sus tropas contra el enemigo invasor. En la génesis de los Juegos Olímpicos modernos se le atribuye al filólogo francés Michel Brél la influencia sobre Pierre de Coubertin a la hora de crear una disciplina atlética que cubriera en una sola carrera la mítica y romantizada distancia que habría recorrido Filípides para anunciar su victoria. Obviando que quizás la historia real difiera mucho de la narración épica que ha llegado hasta nuestros días, con la creación de esta prueba y el nacimiento de los Juegos Olímpicos de la era moderna el atletismo se convirtió en el gran abanderado del evento alcanzando, como disciplina deportiva, la misma altura de los dioses. Desde 1896, a lo largo de treinta y dos ediciones celebradas cada cuatro años, los atletas masculinos y femeninos han protagonizado inmumerables gestas que los convierten en mitos modernos. Inauguro Olímpicos, una nueva serie de ilustraciones que acompañaré con las historias inspiradoras de los héroes y heroínas que las protagonizaron, y que publicaré en cinco capítulos desde hoy y hasta el 8 de agosto, mientras se celebren los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, desplazados extraordinariamente a este verano de 2021. ¡Espero que os gusten! Spiridon Louis. Atenas, 1896
Entre el 6 y el 15 de abril de 1896 se celebraron en Atenas los Juegos de la I Olimpiada, los primeros de la edad contemporánea. De las 9 disciplinas deportivas que en ese momento concurrieron, el atletismo era la más reconocida y admirada. 64 atletas pertenecientes a 10 nacionalidades diferentes se dieron cita en la capital griega para disputar las 12 pruebas de las que constaba su especialidad.
Siendo el atletismo ya en aquella época uno de los deportes más seguidos y admirados por el gran público, corredores de renombre internacional se presentaron con grandes expectativas a la novedosa prueba de la maratón, la que estaba llamada a ser la más espectacular. El húngaro Gyula Kellner y, sobre todo, el griego Kharilaos Vasilakos, quien había ganado la maratón de los Juegos Panhelénicos, partieron en la carrera de 42 km y 125 metros con el cartel de favoritos.
El caso Spiridon "Spyros" Louis fue altamente curioso. Tenía 23 años y trabajaba como vendedor de agua en la capital ateniense, que aún no contaba con un sistema de agua potable. Anteriormente había estado a las órdenes del coronel Papadiamantopoulos durante el servicio militar, y fue este quien lo seleccionó directamente para participar en la maratón, prueba en la que compitió con una preparación muy limitada. La victoria de Spiridon Louis por delante de los corredores favoritos es historia del atletismo, y lo llevó a convertirse en un ídolo nacional tras conseguir la única medalla de oro de Grecia en la primera edición de los Juegos. Nunca más volvió a competir de forma oficial, y vivió el resto de su vida trabajando como granjero y policía, aunque siendo un héroe olímpico.
Stamata Revithi. Atenas, 1896
El principal impulsor de la celebración de los primeros Juegos Olímpicos, y por ende, precursor del olimpismo, el francés Pierre de Coubertin, opinaba que "el contacto con atletas mujeres es dolilente para el hombre, y que estas atletqas tienen que ser excluidas del programa olímpico". Inspirado por los valores victorianos, por el misticismo helénico clásico creado en torno a los juegos antiguos, pero cómodo en un ambiente muy machista y falocéntrico bastante propio de aquella época. Lo cierto es que el papel de las mujeres no fue precisamente fácil en los orígenes.
La primera participación femenina en la prueba de maratón no se produjo hasta 1984, en los juegos de Los Ángeles. Aunque mucho antes, en 1926, fue Violet Piercy quien se convirtió en la primera mujer en completar una maratón de forma oficialmente cronometrada. Sin embargo, en 1896 una mujer desafió a todo el sistema patriarcal olímpico proponíendose correr la maratón. Las informaciones que existen al respecto son escasas y confusas, pero parece un hecho aceptado y demostrado que la griega Stamata Revithi corrió la maratón de los Juegos de Atenas...
Pero, como no podía ser de otra manera, las circunstancias no fueron sencillas. Stamata, griega de treinta años natural de Siros, se presentó en Maratón con la intención de tomar parte en la carrera, pero los organizadores se lo impidieron. ¡Qué escándalo, una mujer! Un día después que los hombres partió en solitario y completó el recorrido oficial en 5 horas y media, contando con testigos que lo verificaron. Pero, una vez llegada al Estadio Panathinaikó, donde se celebraron las pruebas atléticas, el Comité Olímpico Helénico le negó la entrada y la certificación de su logro. Revithi desapareció de la historia, nada más se sabe de su vida tras aquella carrera épica contra la injusticia, pero siempre permanecerá en la memoria como una de las grandes heroínas de historia olímpica.
Jesse Owens. Berlín, 1936
Tras el éxito de los novedosos Juegos Olímpcos de Atenas, la celebración entró en una época de estancamiento y cierta decadencia, perdiendo gran parte de su atractivo. No fue hasta después del parón provocado por la Primera Guerra Mundial cuando comenzaron a remontar gracias, entre otras cosas, al progresivo aumento de la participación femenina, como su inclusión en las pruebas de atletismo, y a la entrada de patrocinadores como Coca Cola, ambos hechos que sucedieron en los juegos de Amsterdan 1928.
En los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, los Juegos se habían convertido en un evento de suma importancia y, como no podía ser de otra manera, constituyeron un escaparete ideal para la propaganda de movimientos totalitarios como el regimen nazi de Alemania. La celebración de los Juegos de 1936 en Berlín se convirtió una de las ediciones más controvertidas y envueltas en polémica que se recuerden. Son tantas las historias y mitos que se han contado en torno a la intervención de Adolf Hitler y su reacción ante los éxitos del afro-estadounidense Jesse Owens que incluso el testimonio del propio atleta ha quedado olvidado.
James Cleveland "Jesse" Owsens nació en Alabama, estado sudista esclavista por excelencia. En su momento, fue considerado como el mejor y más reconocido atleta de la historia. En los juegos de Berlín logró las medallas de oro en las pruebas de 100 metros, 200 metros, salto de longitud y relevo 4 x 100. Sin duda alguna, un hito al alcance de muy pocos deportistas y algo absolutamente rompedor en su momento. Durante mucho tiempo se habló acerca del rechazo de Hitler a saludar a los altetas afroamericanos, pero el propio Owens desmintió este hecho en varias entrevistas a lo largo de su vida, llegando a mostrar una fotografía en la que el führer le estrechaba la mano tras su victoria. En definitiva, se ve que mucha gente siguió al pie de la letra la máxima que reza "no dejen que la realidad les estropee una buena historia." No obstante, la proeza de Jesse Owens jamás será olvidada.
1 Comentario
Sota Díaz
8/8/2021 19:24:49
Maravilloso homenaje a la historia de los JJOO. Siempre es un placer leerte y disfrutar del arte que lo acompaña ;)
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Juan NepomucenoArte digital, pintura e ilustración, diseño gráfico, murales... Me dedico a todo esto... y a mucho más. Llega "El año en que murió Freddie" mi primer libro de la mano de Domiduca Libreros. ¡No te quedes sin él"
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