Tommie Smith. Ciudad de México, 1968
Los Juegos de la XIX Olimpiada se celebraron en Ciudad de México en octubre de 1968. Esta edición supuso la primera organizada por un país en vías de desarrollo, por uno hispanohablante y también la primera celebrada en América Latina. En cuanto a las pruebas de atletismo, tuvieron gran repercusión al ser retransmitidas en directo por televisión por primera vez, haciendo esto que ganaran gran popularidad entre el público general. Deportivamente, el nivel subió de manera considerable al introducirse en las competiciones el uso de nuevos materiales como el tartán con el que fueron fabricadas las pistas.
En el plano deportivo, se batieron numerosos récords mundiales, destacando la actuación del neoyorquino Bob Beamon, quien estableció la marca de salto de longitud en 8 metros y 90 cm, récord mundial que permaneció imbatido hasta 1991 por Mike Powell, y que sigue siendo hoy en día la plusmarca olímpica. Pero, si hablamos de trascendencia más allá de lo meramente deportivo, los de México fueron los Juegos de Tommie Smith. De orígenes texanos, había trabajado cultivando tierras de blancos desde su infancia, habiendo sido marginado por su raza y condición social. En la universidad, entró a formar parte del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, próximo ideológicamente a las Panteras Negras y a Malcom X.
Tras alzarse con la victoria en la prueba de 200 metros, Tommie Smith subió al podium en la ceremonia de entrega de medallas junto a su compatriota y ganador del bronce John Carlos, y ambos agacharon la cabeza y alzaron el puño vistiendo un guante negro mientras sonaba el himno nacional, como protesta contra las injusticias raciales cometidas en su país. El ganador de la plata, el australiano Peter Norman, les acompañó en la reivindicación. Tras esto, fueron expulsados de la competición y obligados a volver a sus países, donde fueron tratados como delincuentes, recibieron amenazas de muerte y fueron relegados al ostracismo. Smith, quien había conseguido 11 récords mundiales, solo pudo conseguir trabajo lavando coches. Todo esto ante la inhibición del COI y el Comité Olímpico de EEUU, demostrando, una vez más, que el mundo olímpico es tan sucio e injusto como cualquier otro.
Irena Szewinska. Montreal, 1976
Tras haber intentado ser sede olímpica en cuatro ocasiones, Montreal consiguió la organización de los Juegos de la XXI Olimpiada, los cuales se celebraron en la segunda quincena de julio de 1976. La edición del evento estuvo marcada por las injerencias políticas, y el boicot de 32 países africanos debido a un problema diplomático surgido tras un partido de rugby entre Nueva Zelanda y Sudáfrica, además de la renuncia de China y Taiwán por problemas de reconcimiento mutuo.
En atletismo, con un medallero muy repartido, destacó la actuación del cubano Alberto Juantorena y sus victorias en las distancias de 400 y 800 metros. Del mismo modo, los juegos sirvieron para encumbrar la dilatada trayectoria de la polaca de origen ruso Irena Szewinska. Conocida como la reina del sprint, participó en cinco ediciones de los Juegos Olímpicos, consiguiendo grandes éxitos y batiendo numerosos récords mundiales, como el de 100, 200 y 400 metros, siendo, además, la primera mujer de la historia en bajar de 50 segundos en esta prueba.
En los Juegos de Tokio 1964, con solo 18 años y aún con su apellido de soltera, Kirszenstein, ganó tres medallas, las platas en 200 metros y salto de longitud, y el oro en relevo 4x100. En México 68 logró el bronce en la final de 100 metros y ganó el oro en 200, batiendo el récord del mundo. Después de esta edición, su carrera se estancó, y en la edición de Munich 1972 solo pudo conseguir un bronce en 200 metros. A pesar de que parecía que su retirada podía estar próxima, su constancia y disciplina la llevaron a lograr el oro en 400 metros en los Juegos de Montreal 1976 con una increíble marca de 49'29, algo que aún sigue estando al alcance de muy pocas atletas. Sin duda, Irena Szewinska es una de las grandes heroínas olímpicas.
Evelyn Ashford. Los Ángeles, 1984
Debido a la ruina económica que supuso la organización de los Juegos de Montreal, nadie presentó su candidatura para organziar los de 1984. El olimpismo estaba amenazado de muerte, pero EEUU se presentó como salvadora y Los Ángeles, que había perdido la elección como sede en 1980 contra Moscú, fue finalmene designada como ciudad olímpica para los Juegos de la XXIII Olimpiada. Tras la renuncia de 60 países a participar en la edición moscovita, en esta ocasión fueron 14 los que boicotearon la cita estadounidense, si bien se trataba de equipos potentes que habían liderado el medallero en ocasiones anteriores, como la URSS, Alemania Oriental o Bulgaria.
En las pruebas atléticas, destacó la celebrción por primera vez de la maratón en categoría femenina, quedando en la historia los tiempos de heroínas como Stama Revithi. El equipo de EEUU, ante la ausencia de competencia por parte del bloque soviético, fue la gran dominadora en las pruebas de atletismo, destacando las actuaciones de Valerie Brisco-Hooks, ganadora de los oros en 200, 400 y relevo 4x400 metros; y de Evelyn Ashford, triunfadora en la prueba de 100 y el relevo 4x100.
Ashford consiguió la medalla de oro en la prueba reina de los 100 metros en Los Ángeles, y lo hizo batiendo el récord olímpico. Sin embargo, su triunfo fue cuestionado debido a la ausencia de su gran competidora, la alemana oriental Marlies Göhr. Varias semanas después, ambas atletas se enfrentaron en Zúrich, y Ashford venció batiendo el récord mundial. En Los Ángeles también consiguió la medalla de oro en la prueba de relevo 4x100, título que revalidó en los Juegos de Seúl 88 -además de conseguir la plata en 100 metros en la edición asiática- y tambíen en Barcelona 92, convirtiéndose en una de las atletas más condecoradas de la historia olímpica.
Carl Lewis. Los Ángeles, Seúl, Barcelona y Atlanta.
Frederick Carlton Lewis, conocido por el gran público como Carl Lewis, natural de Alabama y conocido como El hijo del viento es, junto con el finlandés Paavo Nurmi, el atleta que más medallas de oro ha ganado en la historia del olimpismo. Habiendo sido seleccionado para los Juegos de Moscú 1980, fue descartado por su edad, aunque finalmente el equipo estadouniense no acudió a la cita. Después de arrasar en los mundiales de Helsinki 1983, llegó a la prueba de Los Ángeles 84 con el cartel de favorito indiscutible.
En la cita californiana emuló el éxito en Berlín de Jesse Owens y se coronó vencedor con autoridad en las pruebas de 100 metros, 200, relevo 4x100 y salto de longitud. Cuatro oros en unos Juegos, algo que solo está al alcance de los grandes mitos. Transcurrida una olimpiada, en la edición de Seúl 88, solo pudo conseguir las platas en 200 y 100, si bien la descalificación por dopaje del canadiense Ben Johnson finalmente le valió para ser de nuevo campeón de los 100 metros. En la carrera de relevos, el equipo de EEUU fue descalificado por una mala entrega del testigo. En la prueba de salto de longitud, su gran especialidad, no tuvo rival, y fue el primer atleta en conseguir el oro de la disciplina en dos ediciones consecutivas.
Lewis no consiguió clasificarse para la prueba de 100 metros de Barcelona 92 al no obtener la marca necesaria en los trials estadounidenses, pero si pudo participar en la de relevos 4x100, sumando este oro y, nuevamente, el de salto de longitud. En esta final, una de las más emocionantes que se recuerdan, al igual que ya había hecho en la cita de Seúl, superó a su gran rival de la especialidad, Mike Powell. En su última participación olímpica, la de Atlanta 96, siendo ya muy veterano, alcanzó la novena medalla de oro de su carrerra precisamente en su prueba mítica, la de salto de longitud. No era necesaria aquella última victoria para ratificar su puesto en el olimpo como uno de los dioses del atletismo.
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