Reprimir al artista es un delito, es asesinar la vida cuando germina."
La forja de un rebelde Egon Leo Adolf Schiele nació el 12 de junio de 1890 en Tulln, en medio de la campiña a apenas unos treinta kilómetros Danubio arriba de la capital vienesa. Miembro de una familia burguesa principalmente formada por religiosos, funcionarios, miembros del ejército, médicos y ferroviarios, provenientes del norte de Alemania, probablemente heredó el talento artístico de su abuelo Ludwig Schiele, arquitecto e ingeniero ferroviario. Bajo la tutela de su tío, el burgués Leopold Czihaczek, con apenas 16 años fue admitido en la Academia de Arte de Viena. Viviendo desde sus inicios en perpetuo conflicto con los valores e imposiciones sociales y familiares, su relación con los profesores de la Academia no podía ser mejor, y pronto surgieron los desencuentros que desembocaron en su abandono de la Academia y de la fundación del «Neukunstgruppe» (grupo de arte nuevo) en 1909, con el cual realiza sus primeras exposiciones de cierta importancia. Antes, en 1907, había conocido a quien fue su gran protector e influencia a lo largo de su corta vida, el maestro Gustav Klimt, quien desde el primer encuentro apreció su gran talento y lo espoleó a seguir hacia adelante con sus proyectos. Bajo su tutela y consejo, las artes de Schiele fluyen por caminos alejados de los cánones conservadores, superando incluso las provocaciones que habían marcado la trayectoria del ya experimentado (y curado de todo espanto) Klimt. Cárcel y pornografía No es hasta 1911 cuando el huracán provocador de Schiele comienza a arrasar con todas sus consecuencias. En verano se muda junto a su modelo y amante Wally (menor de edad ella) a Krumau. Las conservadoras mentalidades de sus gentes no estaban preparadas para recibir al revolucionario e inmoral artista y su acompañante. De modo que antes de acabar el verano se ven obligados a dejar el lugar para evitar males mayores y refugiarse en Neulengbach, más cerca de Viena. Ante la acusación de haber secuestrado a una menor, es encarcelado preventivamente en la primavera de 1912 hasta que se demuestra la falsedad de las acusaciones. Sin embargo, es condenado por difundir dibujos obscenos, dando comienzo a la batalla judicial. Las acusaciones en su contra no son paños menores: secuestrar a una menor, usar modelos infantiles, pintar escenas lésbicas y homosexuales, blasfemar contra la iglesia y, por supuesto, plasmar representaciones lascivas de escenas sexuales. Demasiado para la aún puritana sociedad austro-húngara. Algunos que hasta entonces eran sus amigos comienzan a repudiarlo espantados. El mismo Oskar Kokoschka reniega de toda relación con Egon y lo acusa de copiar su trazo pictórico. No obstante, del mismo modo en que crecen los detractores también afloran los entusiastas. No forman parte de la élite, sino que se encuentran más cercanos al submundo. Este tipo de personas serán quienes más contribuirán a impulsar el auge de las vanguardias. Guerra y muerte Al contrario de lo que sucedía en el Imperio Alemán (pintores como August Macke y Franz Marc murieron en el frente), Austria fue bastante benévola con los artistas, permitiéndoles proseguir sus carreras mientras requerían de ellos una implicación superficial en el conflicto. De este modo, Schiele no se vio inmerso en la contienda hasta 1916, y solo lo hizo de una manera meramente testimonial. En los años previos, entre su escándalo judicial y el inicio de la Gran Guerra, su obra se había revalorizado, llegando a exponer junto al grupo «Der Blaue Reiter», en la Secesión de Múnich o en la «Sonderbund» de Colonia. Una vez reclutado por el ejército, su amistad con algunos oficiales le permite seguir trabajando y exponiendo durante los siguientes años de contienda, alejándose su vida del conflicto bélico. La muerte de Gustav Klimt, ídolo, protector y amigo, en febrero de 1918 es un duro golpe para un Schiele que, sin embargo, alcanza realmente la fama tan solo un mes después, con su participación por todo lo alto en la 49ª exposición de la Secesión de Viena, erigiéndose como el gran líder de la vanguardia vienesa. Parece que el éxito le llega a sus 28 años. Sin embargo, el devenir de la guerra es imparable, y el imperio se desmorona. Su esposa Edith muere el 28 de octubre, embarazada de seis meses. Víctima de la temida epidemia de gripe española, que acaba con la vida del propio Egon tan solo tres días después. De la obscenidad a la genialidad Muchachas jóvenes, familiares como su propia hermana Gertrude. Su amiga y posteriormente esposa Edith, y su hermana Adele. Las amigas, amantes, musas, como Wally, y muchas otras que vinieron después. Modelos profesionales a las que pagaba por sus trabajos (también prostitutas). Y chicas proletarias, adolescentes muchas de ellas, a las que igualmente pagaba, aunque menos. Pero también chicos, la mayoría de ellos demasiado jóvenes, que se acercaban a sus diferentes estudios y a los que pintaba desnudos. Al igual que hizo con amigos íntimos, como Ewin Osen, o incluso con él mismo (se autorretrató en cerca de cien ocasiones). Asombrosamente prolífico, autor de casi 350 pinturas y cerca de 3 mil acuarelas y dibujos, también jugó con el límite entre la pintura y la poesía, e igualmente experimentó con la fotografía. Aunque pintó paisajes urbanos y hogareños, inspirado por autores como Van Gogh, la obra magna de Schiele está centrada en las personas, y principalmente en el desnudo. De carácter explícitamente sexual, abrazando un absurdo voyeurismo de escenas imposibles, y tildado de obsceno por sus contemporáneos, su mirada artística no deja a nadie indiferente. Magnífico dibujante y acuarelista de trazo potente, sucio, oscuro, casi perturbador, sus obras absolutamente reconocibles le convierten en la indiscutible gran figura de la vanguardia vienesa y máximo exponente del expresionismo austriaco. Vivió y creó en los márgenes de la legalidad y de la moralidad de su época e incluso de épocas posteriores. Su arte fue rebelde, inconformista, transgresor, siempre polémico, denostado por gran parte de sus contemporáneos, y sin embargo despertó un interés siempre creciente que solo alcanzó su máximo esplendor décadas después de su desaparición. Murió demasiado pronto para disfrutar de la Belle Epoque de los años veinte, y nació demasiado tarde para poder ser parte de la época dorada del siglo XIX.
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Juan NepomucenoArte digital, pintura e ilustración, diseño gráfico, murales... Me dedico a todo esto... y a mucho más. Llega "El año en que murió Freddie" mi primer libro de la mano de Domiduca Libreros. ¡No te quedes sin él"
MI NEWSLETTER
La estantería
Octubre 2024
Las etiquetas
Todo
"Deja de pensar, deja que todo fluya, siéntate al sol y disfruta de la vida."
|