Darkness over the rainbow
Cuando Mervyn LeRoy, director entonces de la Metro-Goldwyn-Meyer, encargó la dirección del proyecto cinematográfico a Victor Fleming este se econtraba a los mandos del extenuante rodaje de Lo que el viento se llevó, del cual tuvo que tomarse un breve descanso en favor de Sam Wood debido al agotamiento. El país vivía en un contexto social que parecía crear un ambiente propicio y muy adecuado para acoger una novedad tan evasivamente onírica y esperanzadora como El Mago de Oz: se estaban recuperando de los terribles estragos de la Gran Depresión y se abalanzaban de manera casi inexorable hacia la Segunda Guerra Mundial que ya daba sus primeros pasos en al vieja Europa. A pesar del paso del tiempo, resulta difícil comprender por qué una propuesta tan atractiva resultó un fracaso en su estreno hasta el punto de no llegar a recuperar la inversión realizada hasta más de diez años después. No fue hasta su estreno en televisión en 1956 cuando logró llegar a un público diferente y más amplio y terminó por adquirir el carácter de clásico del que disfruta hoy en día. Judy Garland había nacido como Frances Ethel Gumm en el año 1922 dentro de una familia del mundo del espectáculo. Sus padres y sus hermanas se dedicaban al teatro musical, y ella debutó con apenas dos años y medio de edad. Su infancia y adolescencia transcurrieron entre teatros y giras, educándose como si las presiones propias del gremio fueran una parte inseparable de su vida. Tenía trece años cuando llamó la atención de los ojeadores de MGM y firmó su primer contrato sin siquiera pasar ningún tipo de cásting, pero el hecho de que fuera demasiado mayor para papeles infantiles y muy joven para roles adultos la situó en un limbo que le provocó sus primeras graves crisis de ansiedad al sentirse menos atractiva que las actrices mayores con las que la comparaban. Su calvario no había hecho más que comenzar. En 1937 coprotagonizó Thoroughbreds Don't Cry junto al también joven y talentoso Mickey Rooney, la primera película de las nueve que compartieron a lo largo de los siguientes años. El ritmo de trabajo al que eran sometidos por los productores era tan exigente que la pareja, así como otros actores y actrices en su misma situación de cuasi-explotación, comenzaron a consumir anfetaminas y barbitúricos de forma indiscriminada, suministrados por el propio estudio. La adicción a estas sustancias provocó el agravamiento de los problemas mentales que sufría Judy, así como la aparición de nuevos trastornos como anorexia, alcoholismo y una creciente dependencia a las drogas. Y entonces, llegó El Mago de Oz para empeorarlo todo. El inicio del proyecto de El Mago de Oz provocó una pequeña confrontación de ideas entre el estudio y los productores Arthur Freed y Mervyn Leroy. Los primeros querían ofrecer el papel protagonista a la consagrada Shirley Temple, pero tenía entonces contrato con 20th Century Fox. Por el contrario, Freed y Leroy defendieron desde el principio que el papel proganótico fuera Garland, imponiéndose finalmente el criterio de estos. Otro foco de conflicto fue el hecho de que Judy interpretara a Dorothy mostrando su cabello natural y no la peluca rubia que se pretendió en un primer momento. Quizá lo de lucir su melena pelirroja fue la única conquista de la actriz, algo que parece insignificante repasando los hechos. Dado que ya tenía dieciséis años y su cuerpo se encontraba bastante desarrollado, los jefazos pensaron que su tamaño de pecho no era el adecuado para los doce años con que contaba el personaje -como si no pudiera existir una chica de esa edad con el pecho grande; cosas del país de la libertad-. De modo que la actriz se vio obligada a usar un incomodísimo corsé, así como la ropa y maquillaje que la hacían parecer menor de lo que ya era. El rodaje de la película forma parte del mito negro de Hollywood por una serie de circunstancias tales como el hecho de haber contado con seis directores o catorce guionistas; la dificultad de rodar en technicolor, lo cual requería el triple de celuloide, cámaras mucho más pesadas y más operarios para manejarlas, y grandes focos que elevaban la temperatura a más de 40º; la incomodidad de los disfraces de algunos de los protagonistas como Bert Lahr -el León-, que pesaba más de cuarenta kilos, o el de Buddy Hebsen, quien se vio obligado a abandonar su papel de Hombre de hojalata y marcharse directo al hospital por una intoxicación con el maquillaje; o el de la Bruja del oeste, de cobre e inflamable que le provocó quemaduras de por vida a la actriz Margaret Hamilton; por no hablar del amianto que se usó para simular la nieve, ya sabemos bien lo tóxico y mortal que puede llegar a ser. Pero todo esto se queda en nada si hablamos del estresante tormento que sufrió la joven Judy, quien se vio sometida a un exigente y dictatorial plan de rodaje que no solo controlaba su dieta, sino que se vio sometida a abusos verbales e incluso físicos y sexuales por parte de los actores que interpretaban a los enanos, quienes por cierto cobraban menos que el famoso perro Terry. Desafortunadamente, y como no se podía esperar de otra manera, la joven Judy Garland quedó marcada por la presión sufrida durante su infancia y juventud actoral, y lo arrastró durante toda su vida. A pesar de su carisma y su fama bien merecida, su éxito profesional poco tuvo que ver con su tormentosa vida llena de problemas psicológicos, personales y financieros sumados a las adicciones a alcohol, medicamentos y drogas que nunca pudo superar. Después de cuatro matrimonios fallidos e infinitas disputas por la custodia de sus hijos, dos nominaciones al Oscar como mejor actriz -A star is born y Judgment at Nuremberg; aunque había recibido el Premio Juvenil de la Academia por el Mago de Oz-, a finales de los sesenta se encontraba intentando reverdecer pasadas glorias como cantante. A pesar de su desigual desempeño y el frío o enfurecido recibimiento del público en ocasiones por sus desplantes, seguía teniendo un encanto y misticismo cautivador para sus fieles seguidores. En junio de 1969 se encontraba en Londres, junto a su reciente quinto marido, cuando murió en el baño debido a una sobredosis de barbitúricos. Tenía solo 47 años. La película de Judy, de 2019 dirigida por Rupert Goold y protagonizada por Renée Zellweger cuenta con cercanía y habilidad aquellos últimos días de Garland. Curiosamente la actriz texana recibió el Oscar como mejor intérprete femenina por su papel de Judy Garland, así que, de algún modo, la vida de esta recibió el merecido reconocimiento que no tuvo su carrera.
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Juan NepomucenoArte digital, pintura e ilustración, diseño gráfico, murales... Me dedico a todo esto... y a mucho más. Llega "El año en que murió Freddie" mi primer libro de la mano de Domiduca Libreros. ¡No te quedes sin él"
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