Surrealismo puro con Laradelia

13/1/2016

Os contaré una pequeña historia. Hace nueve años no pintaba, y apenas dibujaba nada digno de ser recordado. Esto no resultaría extraordinario de no ser porque, a lo largo de toda mi infancia y la adolescencia temprana, había sido una de mis aficiones predilectas.

Era más: mi vicio. Siendo un niño de apenas diez años, a la vuelta de los recreos en el colegio mis compañeros de curso me pedían que les hiciese algún dibujo en el cuaderno antes de que el maestro entrase en la clase. Visto desde la perspectiva actual, una vez que han pasado más de veinte años, se podría afirmar que aquellos fueron mis primeros trabajos artísticos por encargo. Por cierto, mi dibujo comodín era el de Mortadelo.

Pero la vida, a veces y de golpe, nos lleva por caminos insospechados. Quienes hayan seguido este blog de forma regular seguramente sabrán de qué hablo cuando afirmo que me bajé del mundo por una temporada. Quienes no, solo tienen que pinchar aquí para descubrirlo. En efecto, me tomé un año sabático, y volví con ilusiones, pero poco tiempo después me vi obligado a descansar de la vida...

Hubo oscuridad en mi vida después de aquel momento, sobre todas las demás cosas. No es el tema principal de este pequeño relato, pero es cierto que existe una conexión entre muchas de las situaciones que vivimos, y en mi caso, el haber caído enfermo y verme abocado a la reclusión forzosa constituyó un hecho fundacional. Todo lo que ha venido después ha estado en cierto modo marcado por lo que sucedió en aquellos años. ¿Saqué algo de aquel tiempo (un mes escaso) en que pude tener una vida normal de un crío de 15 años? Sí. Algo extraordinario: un suspenso en dibujo.

Aquella fue la razón por la cual mi vida (o lo que estaba experimentando en esos momentos) se fue alejando del camino de la pintura. Así que durante los siguientes años poco a poco se extinguió aquella pasión infantil que tanto me había ilusionado, y aunque seguí haciendo dibujos de forma esporádica, me fui olvidando de que algún día incluso había llegado a querer dedicarme al arte, creyendo que podría hacerlo. Los años fueron pasando, y dediqué mi tiempo a otras cosas. No suelo usarlo mucho para definir aquella época de mi vida, pero sin lugar a dudas que el término autodidacta es el que mejor me etiqueta durante esa etapa vital.

A pesar de las dificultades, está claro que todo pasa para el que sabe esperar. Siempre lo tuve claro. La paciencia fue mi mayor virtud, y los años fueron consumiéndose casi desapercibidamente... Hasta que un día, nueve años después de que mis aventuras y desventuras diesen comienzo, me encontré en la universidad estudiando algo que no había pasado por mi cabeza hasta unos pocos meses antes de iniciar aquella nueva etapa. Me sentía bastante extraño. Era varios años mayor que la mayoría de mis compañeras (casi exclusivamente chicas, de ahí que use el género femenino para referirme a la totalidad de la clase), y aquella diferencia de edad y pensamiento no hacía más que acrecentar el abismo que nos separaba. Definitivamente, no encajaba bien.

De modo que me hallaba más perdido que el barco del arroz, zozobrante en medio de un océano de "cuestionables" enseñanzas cuando, un día cualquiera de finales de otoño, algo más de dos meses después de haber comenzado el curso, el profesor de biología formuló una pregunta sencilla que cambió el rumbo de todo...

«Cuando se produce una parada cardíaca hay que inyectar la adrenalina directamente sobre el corazón, como en la película aquella, sí... ¿cómo se llamaba esa película?» dijo en mitad de una clase en la que disertaba sobre las dinámicas cardíacas. El silencio se apoderó de la estancia, y las miradas incrédulas de mis compañeras atacaron al profesor. Nadie recordaba haber visto nada similar en una película. A saber qué tipo de películas veían, ni siquiera deseo detenerme a pensar en ello. Tampoco sabían quién eran John Travolta o Uma Thurman. No hablemos de Quentin Tarantino, son palabras mayores... Admito que sufro en silencio varias de mis debilidades con especial dolor: dos de mis pulsiones, la cinéfila y la sabihonda. Ambas afloraron furibundamente en aquel momento, no pude evitar alzar la voz y decir con orgullo: Pulp Fiction.

Corrijo: dijimos al unísono. Asombrado, descubrí que no había sido el único en reconocer la película a la que acababa de hacer referencia nuestro profesor. La chica que se encontraba sentada a mi lado también había sentido el mismo impulso.

Lo escribió Cortázar en la primera página de Rayuela (del lado de allá): "Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.” Acababa de encontrar a Lara, y se convirtió en un salvavidas en medio de la tempestad. Ella dibujaba en los apuntes garabatos surrealistas e imposibles que me hipnotizaban y me atrapaban casi desde el instante en que los descubrí. Al poco tiempo me había contagiado de nuevo la pasión por la pintura... Pero el resto de esta historia no tiene cabida aquí. Quizás la cuente otro día.

Lo cierto es que el tiempo nos quitó la razón, o nos la dio. Nueve años después ninguno de los dos nos estamos dedicando a aquello que estudiamos juntos. La vida ha dado muchas vueltas desde entonces, y curiosamente en uno de sus derrapes nos volvimos a encontrar, dedicados a la pintura, al arte, o intentando hacerlo (con mucho corazón y algo de cabeza, esto último sin duda como consecuencia de los años vividos). No tardamos mucho en buscar algún proyecto en el que colaborar juntos... y surgió una gran idea...

¡Bienvenidos a LARADELIA ILUSTRACIONES!

Puedo considerarme afortunado. Tengo el gran honor de anunciar el estreno de la web de LARADELIA. En ella podréis encontrar una amplia selección de sus trabajos, un portfolio rebosante de onírico surrealismo pictórico, ilustraciones, collages, acuarelas, tintas y otras técnicas con las que crea su obra de un estilo inclasificable que la hace una artista visualmente potente y emocionalmente atractiva. Cromatismo subconsciente o delicadeza libertaria impregnan sus psicodelias estampadas. El imaginativo universo de LARADELIA os atrapará, estoy convencido de ello.

Ha sido una experiencia fantástica poder trabajar mano a mano con ella durante los últimos dos meses para la confección de esta página, proyecto que surgió tras un simple comentario: "deberías mostrar tu obra en internet bien organizada..." Sin pensarlo demasiado, nos pusimos a ello. No ha sido fácil, pues había mucho material para publicar. Mi labor se ha limitado al diseño gráfico y la parte informática, intentando dar cabida y trasladando a la forma digital todo su arte de la mejor forma posible. Una vez terminado el trabajo, me siento muy satisfecho con el resultado final.

Espero que os deis una vuelta por su página y disfrutéis de sus trabajos. En ella, aparte del mencionado portfolio y su declaración de intenciones artísticas, podréis encontrar información de contacto, otras colaboraciones de LARADELIA, el blog personal donde irá hablando periódicamente de su trabajo y vivencias, y además de todo esto información sobre cómo conseguir sus ilustraciones. Me despido por ahora disfrutando del inmenso placer de descubriros a esta fabulosa artista. ¡Espero que os guste!

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