"Los poetas somos viento del pueblo"
El 28 de marzo de 1942, a las cinco y media de la madrugada, casi tres años después de terminar la guerra civil y tras más de dos de cautiverio, Miguel Hernández murió en el Reformatorio de adultos de Alicante, el decimotercero de los destinos en su particular martirio en forma de periplo turístico- carcelario, modalidad que que se estableció como norma represiva hacia los vencidos republicanos por parte de los fascistas triunfadores. Miguel murió de España y cárcel (Mayte Martín y Manuel Alcántara), condenado y torturado por parte de quienes fueron sus jueces, verdugos y carceleros; igualmente murió por olvido y abandono de otros cuantos que, aun estando en su mismo lado, prefirieron mirar hacia otro cuando podrían haber hecho algo más. Murió por tifus, tuberculosis, hipertiroidismo y tantas otras dolencias pulmonares que lo acompañaron a lo largo de su corta vida de 31 años. Pero también, en parte, preso por su propio orgullo, obstinación y principios.
Cuando tuvo lugar la sublevación fascista en el verano de 1936, Miguel vivía en Madrid y trabajaba en la editorial Espasa-Calpé como redactor en la enciclopedia taurina, a las órdenes de Jose María de Cossio, reconocido falangista que fue uno de sus grandes apoyos y mayores auxiliadores, en las buenas y en las malas. Ese era su desempeño por la parte que pagaba facturas y le daba dinero pero, alejado de sus primeras publicaciones de naturaleza católica influenciadas por Ramón Sijé y su pasado oriolano, acababa de publicar el poemario El rayo que no cesa. Este libro fue el mayor exponente de la cosmovisión hernandiana (vida-amor-muerte), y en el que explotó al máximo su dominio de las formas poéticas, sirviéndole para confirmarse como una de las figuras emergentes más reconocidas de la poesía de la época, gran amigo de autores tan influyentes como Vicente Aleixandre y Pablo Neruda (quienes, años después, fueron galardonados con el Premio Nobel de literatura). Habiéndose enrolado en las Misiones Pedagógicas de la Segunda República Española, Miguel desarrolló en sus años madrileños su conciencia de clase. Apadrinado por Rafael Alberti y Maria Teresa León, y convencido tras varios episodios violentos sufridos en su propio cuerpo por partre de la Guardia Civil, se afilió al Partido Comunista meses antes del golpe de estado.
A pesar de ser un personaje literario de contrastada influencia en el mundo cultural de la época, y miembro de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, obrando en conciencia fiel a sus principios humildes decidió no abusar de su privilegiada posición y se alistó como voluntario anónimo en el 5º Regimiento de las milicias populares republicanas, partiendo al frente de Toledo y Extremadura y trabajando como zapador cavando zanjas. Cuando corrió la voz de que el poeta se encontraba en tales labores, fue llamado a ocupar puestos de mayor relevancia y más acordes con su capacidad intelectual, siendo nombrado Comisario político militar y empleado en labores propagandistas, desempeño que le llevó a servir en Andalucía y Teruel. Fue en esa época cuando fluyó su poesía bélica de urgencia y nació Viento del pueblo, un libro comprometido con los que más sufrían en las primeras líneas de batalla, con quienes más identificado se sentía.
Tras regresar de su viaje a la URSS formando parte del comité de representantes intelectuales republicanos y su periplo por Europa en otoño de 1937 (en París, el poeta cubano Alejo Carpentier hizo la única grabación de voz que del alicantino se conserva), el pesimismo de Miguel acerca de la guerra se acrecentó. Sentía que las naciones europeas habían abandonado a España en su suerte, y veía inminente la derrota republicana. Su salud lo acusó, empeorando viejas dolencias pulmonares y cerebrales, y la muerte con tan solo diez meses de Manuel Ramón, su primer hijo con Josefina, no hizo sino acelerar la evolución de una poesía que se centró más en la denuncia de las injusticias y la situación de los más débiles que en la labor propagandista que lo había ocupado con anterioridad. Estos hechos dieron luz a El hombre acecha, el poemario que quedó impreso pero no publicado en la conclusión de la guerra civil y que se convirtió en una muestra temprana de poesía social.
Santiago Álvarez, un comisario del 5º Regimiento del que formó parte Miguel, dijo de él que no era como Alberti u otros poetas e intelectuales que iban al frente, asistían a un acto y volvían a Madrid. "Él estuvo allí todo el tiempo, como un combatiente más. Lo que pasa es que era un poeta excepcional." Y, en efecto, sin desmerecer la adhesión a la causa republicana de otros autores contemporáneos, ninguno puede igualarse en compromiso y fidelidad a sus principios a Miguel Hernández. A la mayoría de sus compañeros no les sobró tiempo para exiliarse de la España derrotada, en todo su derecho. Pero pocos movieron un dedo para ayudar al alicantino a ponerse a salvo. Sea también fruto de su ingenuidad y bienpensada humanidad, él mismo se empeñó en volver a Orihuela con los suyos, donde fue apresado y torturado ante la indulgencia de los mismos que habían sido sus paisanos años atrás. El odio se amortiguaba detrás de las ventanas.
Anteriormente di pinceladas del periplo carcelario de Miguel: trece prisiones en apenas tres años; tres procesos sumarísimos cruzados y solapados contra todo derecho; una pena de muerte conmutada por el propio Franco (para evitar otro caso Lorca, que era perjudicial para la publicidad de la causa nacional a ojos internacionales); y una condena de 31 años que nunca cumplió y cifra que, de un modo irónico y funesto, terminó siendo el tiempo que vivió en esta tierra siempre hostil donde nunca encontró el acomodo que mereció. Las presiones del estamento eclesiástico (encabezado por Luis Almarcha) para que renunciara a los derechos de su obra a cambio de la conmutación de su pena fueron infructuosas, siendo Miguel siempre fiel a sus principios. Pocos días antes de morir contrajo matrimonio católico con Josefina, con el propósito de asegurar para ella y Manuel Miguel (su segundo hijo) los derechos de su obra, único legado que pudo dejarles, siendo parte de éste Cancionero y romancero de ausencias, escrito en prisión, inacabado y publicado en Argentina en 1958. Su último acto de rebeldía, una vez muerto, fue ser enterrado por error con los pies por delante en el nicho 1009 del cementerio de Alicante, ritual reservado para los eclesiásticos. Muerto y veinte veces muerto, apretados los dientes y decidida la barba.
En Orihuela, su pueblo y el mío
Habiendo sido instruido de niño en una formación escolar básica, en la adolescencia recibió una beca para estudiar en el colegio jesuíta de Santo Domingo, lugar donde demostró un ingenio, inteligencia y dominio de las letras asombrosos hasta el punto de ganarse el título de "emperador en gramática". Hasta que su padre decidió que, a los 15 años, ya sabía demasiado y lo apartó de los estudios para cuidar del rebaño. A pesar del revés, Miguel siguió formándose durante los siguientes años por cuenta propia, y con la ayuda del clérigo Luis Almarcha (quien se convirtió en su enemigo durante la guerra, perseguidor y martillo durante los de presidio) y bajo la influencia de su amigo José Marín.
Era éste un chico más joven que Miguel, burgués, enfermizo, estudioso y ultra católico. Se conocieron a través del panadero Carlos Fenoll, en un corrillo de amigos que se reunía en la tahona de éste y donde fluían ideas e intereses literarios. Curioso grupo el formado por el panadero-poeta, el cabrero-poeta y el estudioso-poeta. En esa época, Marín desarrolló el seudónimo por el que fue conocido, Ramón Sijé (anagrama de su nombre), y fue durante los primeros años de Miguel una gran influencia. Viviendo en un ambiente tan cerrado, ultra católico y opresivo, las primeras producciones de Hernández no podían ser sino de un marcado signo religioso, aunque quiso alejarse en la selección de poemas de su primer libro, Perito en lunas (1933), lo cual le costó su primer distanciamiento con Sijé.
Tras la marcha y establecimiento definitivo de Miguel en Madrid y su amistad con figuras como Neruda, Aleixandre, María Zambrano o los artistas de la Escuela de Vallecas, el poeta afianzó sus creencias panteístas, su rechazo al adoctrinamiento católico al que había estado expuesto toda su vida, y acrecentó su vocación social, cimentada en las propias condiciones en las que él había vivido. Sijé, por su parte, devino por la senda opuesta. Partiendo de un catolicismo militante exhacerbado, incluso los postulados falangistas resultaban blandos para él. Gran estudioso y muy culto, sus posiciones poéticas y literarias fueron tan extremas que nunca encontró difusión.
A la muerte de Sijé por enfermedad desconocida en la navidad de 1935, se encontraba de forma casi irreconciliable alejado de Miguel Hernández. Sin embargo, éste escribió la Elegía (poema de estilo radicalmento opuesto al que defendía el homenajeado) que incluyó a última hora en la edición de El rayo que no cesa y que sirvió para inmortalizar la figura del amigo con quien tanto quiso y poco consiguió. Miguel, alejado del tufo satánico-sotánico de Orihuela, sin embargo intentó sin éxito que se publicaran las obras completas de su amigo.
Orihuela fue en vida, al igual que la España en que vivió, un lugar hostil e injustamente ingrato con Miguel. El tiempo cura algunas heridas (otras no cierran nunca), pero reconforta ver que, la misma tierra en la que no pudo desarrollar su talento y donde lo acusaron y apresaron, hoy lo idolatra. Gracias a Isabel e Iván por llevarme (a mí y a mi Miguel soldado) a los lugares que fueron importantes en su vida, en su origen y final: la casa hoy museo; el Casino donde recitó sus primeras publicaciones; la Catedral y plaza Ramón Sijé; Santo Domingo donde estudió; el Teatro Circo donde hizo sus pinitos como actor; el río Segura donde se bañó a menudo; y el Seminario, cárcel improvisada donde fue torturado. Mil gracias.
Muerto y veinte veces muerto
Habiendo consultado numerosas publicaciones (a lo largo de los años) para profundizar en conocimentos acerca de la vida y obra del poeta oriolano, quisiera señalar como obra de cabecera Miguel Hernández: pasiones, cárcel y muerte de un poeta, inmenso trabajo de José Luis Ferris, quien durante décadas ha buceado en la vida de Miguel para confeccionar la biografía más rigurosa, extensa y reveladora que sobre él se pueda encontrar. Siendo su historia conocida a grandes rasgos, Ferris realizó una titánica labor para arrojar luz acerca de acontecimientos, relaciones y situaciones que hasta entonces habían sido menos publicitadas pero muy trascendentales en la construcción de la vida de Hernández. Recientemente se ha publicado una nueva edición ampliada gracias a la digitalización del archivo del poeta promovida por la Diputación de Jaén en Quesada.
Tendiendo en cuenta sus más de 600 páginas y la gravedad de los acontecimientos que relata con realismo, se puede afirmar que el estudio de Ferris no se trata precisamente de lectura ligera. Sin embargo, existen otras opciones más asequibles en forma de novela gráfica. De entre las revisadas, me quedo con Miguel Hernández: Piedra viva, de Román López Cabrera y Marina Armengol Más. Contando con prólogo del propio José Luis Ferris, se podría decir que traslada a forma de viñetas gran parte de los acontecimientos que se recogen en la citada biografía. Por razones obvias no resulta tan completa, pero constituye un potente apoyo visual, con un dibujo resuelto, trazo marcado y colorido expresivo pero adecuado a los momentos dramáticos, es sin lugar a dudas una opción segura para quienes prefieran realizar el acercamiento a la vida de Miguel Hernández a través de un lenguaje más liviano.
En caso de que haya gente a la que no le apetezca leer, porque de todo tiene que haber en la viña del señor, no abundan las revisiones audiovisuales de la vida del poeta. Hubo una en forma de telecine producido por TVE y protagonizado por Liberto Rabal en el papel del poeta de la cual mejor no acordarse. En cualquier caso, voy a señalar como recomendable el documental Miguel Hernández, dirigido por Francisco Rodríguez y David Lara y que se puede encontrar en filmin. Digamos que es una versión bastante reducida de las obras anteriores (incluso participan en ella algunos de los autores citados, expertos en la vida del poeta alicantino como Ferris o Riquelme), y sobre todo breve, tanto en la duración como en su extensión cronológica, pues solo alcanza hasta la muerte de Ramón Sijé. Pero igualmente poderosa y apetecible para realizar un acercamiento hacia la figura del poeta. Por cierto, ¿nadie se va a dignar en hacer un guion y una película verdaderamente potentes sobre la vida de Miguel Hernández? Lo tendría todo para ser grandiosa. Me ofrezco como ayuda para lo que haga falta, lo que sea.
Sangro, lucho, pervivo
A pesar de contar en esta lista con las míticas interpretaciones de Jarcha o Paco Ibáñez, no solo gracias a los cantautores han vivido las musicalizaciones hernandianas. El flamenco también ha sido uno de los géneros que más ha insistido en conservar la memoria del alicantino, gracias a intérpretes de la grandeza de Enrique Morente, Manolo Sanlúcar o Carmen Linares entre otros. Pero no solo de los estilos más clásicos vive esta recopilación. Intérpretes más contemporáneos como Kiko Veneno, Silvia Pérez Cruz o Ana Corbel, e incluso el contrapunto rockero de Loquillo completan una playlist de lo más ecléctica.
Para culminar, como 80+1 he añadido un extra muy jugoso: un podcast de Todo Concostrina: la muerte a destiempo de Miguel Hernández, centrado en su cárcel y muerte. Incluido dentro del programa La ventana de la Cadena Ser, la periodista Nieves Concostrina es una hernandiana declarada y militante que no deja escapar cualquier oportunidad para homenajear el inmortal poeta oriolano. Un podcast para escuchar con la emoción a flor de piel.
En definitiva, a lo largo de los últimos meses he realizado una gran labor de recopilación en tantos frentes con la única intención de aportar mi pequeño granito de arena para mantener vivo el recuerdo de Miguel Hernández, con el único deseo de transitir al menos un poquito de la pasión que siento por él. Espero que os guste tanto que deseéis saber más y difundáis lo mucho que aquí os he mostrado.
Allí yo mucho tiempo,
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Juan NepomucenoArte digital, pintura e ilustración, diseño gráfico, murales... Me dedico a todo esto... y a mucho más. Llega "El año en que murió Freddie" mi primer libro de la mano de Domiduca Libreros. ¡No te quedes sin él"
MI NEWSLETTER
La estantería
Agosto 2024
Las etiquetas
Todo
"Deja de pensar, deja que todo fluya, siéntate al sol y disfruta de la vida."
|